Samuel Jacob Mendoza Espinoza … Una historia que deja huellas.

🇵🇪🇩🇪 Dresden es una muy bonita ciudad alemana que tuvo que ser reconstruida casi en su totalidad, luego de haber sido arrasada por un masivo bombardeo en el cual se lanzaron cerca de 4.000 toneladas de bombas explosivas e incendiarias entre el 13, 14 y 15 de febrero de 1945, en el marco de la Segunda Guerra Mundial.

Haber llegado hasta Alemania para mí significó una milagrosa alegría, no solo porque el transporte, hospedaje, entradas y demás servicios son totalmente gratuitos para personas como yo, sino también porque esta ciudad debido a su historia ha sido un símbolo de fuerza y perseverancia.

Hace exactamente 9 años comenzó mi aventura de aprender sobre la historia y la realidad mundial, honestamente no imaginaba que estaría pronto en Alemania hablando en la calle algo del idioma alemán que Dios me permitió aprender.

Esta ciudad debido a su historia ha sido un símbolo de fuerza y perseverancia.

Es increíble ver cómo Dios nos ayuda a sacar excelentes resultados a partir de las más dolorosas experiencias, solo debemos ser valientes, persistentes y estar felices con cada peldaño que avanzamos. Hace 70 años Dresden fue destruida casi en su totalidad, al igual que mi joven cuerpo el cual fue considerado muerto por la ciencia de un país. Pero Dios siempre nos es fiel y aún así en años o décadas, siempre nos saca del fango y permite que obtengamos la victoria. 🇵🇪🇩🇪

Autor:Samuel Jacob Mendoza Espinoza 

El Poema De Mi Madre

La silla de ruedas…¡¡Si!!

Tengo fuerzas, puedo caminar, mis manos se pueden sostener, puedo ver, hablar, oír, soñar, llorar, reír, dormir, corremos, caminamos, rodamos con nuestros hijos, uno en silla de ruedas y el otro tocando el violín. Voy empujando la silla de ruedas que papá armó con infinito amor… es viejita y muy pesada pero no importa, tenemos fuerzas, silla, vida, amigos… soy débil, frágil y sensible, a veces fuerte, como el día y la noche, siempre hay un amanecer, no nos falta nada.

Mi hijo va feliz, soñando, y hablamos… o mejor dicho, él habla..con un corazón dichoso y una sonrisa sonora, mientras el otro abrazado al violín con su suave y dulce música nos acompaña, sonriendo y tocando.

!Oh ! ¡Qué dicha indestructible! ¡Qué gozo infinito!… me olvidé que la silla es viejita, suena por que no tiene llantas sino solo el aro, le falta un freno y se va sin dirección, pesa al empujar. Pero, que dicha mas grande… mis hijos van hablando, creciendo, tocando y soñando. Corremos, como aves volamos, como nido atado con fibras de amor, unidos vamos jalando la silla hacia el camino.

!Oh! ¡Qué dicha más grande! ¡Qué paz incomparable!.. “Que el dolor no nos lastime”, papá nos lo recuerda… con sus ocurrencias nos abraza y él corre como niño, corre, corre jugando con el travieso y tierno toby detrás… nosotros, jugando y riendo empujamos la silla viejita, reciclada por 20 años, linda y fiel, de día y de noche va con nosotros. Tenemos todo, no nos falta nada, somos dichosos acá o allá, en la calle o en casa… y en el hospital, la otra casita que siempre vamos a habitar, allí, también somos felices. Aunque se desgarra nuestra alma, nuestro espíritu se sobrepone, el consuelo infinito nos levanta y el amor nos invade…somos dichosos aquí o allá, donde estemos la dicha está, la paz nos envuelve y nos lleva a casa, allí papá y hermano nos esperan, tocando el teclado nos reciben y el amor de padre nos sonríe, mientras toby baila de alegría… ¡Somos dichosos!… La silla viejita descansa y la cama recibe a nuestro amado hijo. El violín también descansa, es el turno del teclado, el traverso o el clarinete… con sus manos o su boca, desde su alma mi hijo amado toca melodías alegres o tiernas, tristes o pícaras…

Lo tenemos todo, no nos falta nada, donde estemos o como estemos la vida nos embarga, nos susurra su compañía, !Oh Dios! ¡Tú eres nuestro todo y todo nos das!… en la adversidad tú estás, en lo más doloroso tú estás, en la carencia más grande tú estás, siempre con nosotros estas, mostrándonos la abundancia de la vida, tu amor, tu cuidado, tu sonrisa, tu abrazo, tu perdón, tu poder, tu paz, tu eternidad.

¡Gracias Padre mio! ¡Gracias Padre por amarme y por amarnos! ¡Gracias!

Cuando el llanto me ahogaba, y el sufrimiento me abatía, hundía mis manos en mi cabello… tu presencia silenciosa me consolaba, enjugabas mis lágrimas, arrancabas paz en mi alma y un canto de esperanza inundaba mi mente, y en mi rostro desfigurado por la enfermedad dibujabas una suave expresión de tu ternura !oh Padre mío!.. siempre estas a mi lado. Siempre tu mirada me guía para volver al camino que tú me tienes preparado, siempre tu mirada nos guía para volver al camino que tú nos tienes preparado… ¡Gracias por mi familia! ¡Gracias Señor mio!…¡Gracias por las lecciones que me diste con la sillita de ruedas!

P.D.

Gracias Dios mío por la sillita de ruedas que por 20 años fiel nos acompañó… ¡bienvenida, nueva sillita de ruedas!

Autora: Rosa Espinoza Ramos