El miedo a la soledad es más peligroso que la obesidad o el tabaquismo.
Este temor se acrecienta con la edad, aunque cada vez hay más casos de niños y adolescentes que muestran pánico a estar solos.
Uno de los mayores miedos a los que se enfrenta el ser humano es la soledad. Por mucho que haya gente que se empeñe en proclamar a los cuatro vientos que está “mejor solo que mal acompañado”, todos tenemos los mismos temores a morir o vivir en la más absoluta soledad.
Ayer conocíamos el caso de un hombre que ha sido detenido por llamar 45.210 veces a la Policía en el transcurso de un año, y todo porque “no tenía a nadie con quién hablar”. El hombre, un ciudadano turco de 55 años, acababa de separarse de su mujer y se había dado a la bebida para intentar compensar ese sentimiento de soledad absoluta. Por ello, marcaba el número de emergencias cada dos por tres, por pura necesidad. Eso sí, la ley es la que es, y no se deben de utilizar este tipo de números para cosas como esta. Por muy solo que se sienta en su vida, el hombre ha sido detenido y podría hacer frente a cinco años de prisión.
Lo peor es…
Lo peor es que este MIEDO A LA SOLEDAD, que es innato, no solo mina tu salud emocional, sino que además, empeora con la edad. Según un estudio, el no compartir tu vida con nadie o carecer de compañía tendría consecuencias inesperadas para nuestra salud: no solo acortaría nuestra esperanza de vida, sino que nos afectaría tanto que podría darnos pie a desarrollar enfermedades tan graves como la demencia o el Alzheimer. La soledad es muy grave, y recientes han demostrado que experimentar la soledad acaba con más gente que la obesidad o el tabaquismo. Necesitamos tener contacto humano, y es crucial para nuestra propia supervivencia.
Sin embargo, las dinámicas de nuestra sociedad están consiguiendo precisamente eso: aislarnos totalmente en nuestro entorno. Existen las redes sociales para que no tengamos que levantar un teléfono o ir a hablar con alguien. Nos bombardean con imágenes para no tener la necesidad de salir de casa a visitar sitios nuevos. Recibimos noticias y ni siquiera nos molestamos en comprobar su autenticidad. Esta nueva soledad es muy real, y está afectando cada vez más a los niños y adolescentes, que verían cómo les está afectando no solo a nivel psicológico, sino que también comprobarían las secuelas físicas de este aislamiento.
El aislamiento
Un estudio de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos) ha demostrado que aquellos jóvenes que tenían menos amigos durante su infancia y adolescencia tenían más probabilidades de tener problemas de salud graves. Enfermedades como son enfermedades de tipo cardiovascular u obesidad, que se prolongarían hasta su adultez. El miedo a la soledad, tal y como se demostró, era peor que la falta de ejercicio. Ahora bien, a través de los resultados, los expertos llamaron la atención a otro problema derivado. El aislamiento de esos jóvenes podría ser perpetuado al ganar peso y ver que su aspecto físico “no se correspondería” con los cánones estéticos de la sociedad actual. Esto les llevaría a sumergirse en una espiral auto-destructiva que podría terminar por desarrollar enfermedades muy graves, como la depresión o la ansiedad. O ser víctimas de actitudes tan nocivas como el acoso o el bullying.
Teniendo eso en cuenta, y dado que el número de amigos tiende a disminuir cada año que pasa (dicen que a los 26 años es cuando más amigos tenemos), deberíamos intentar prestar atención a la calidad de las relaciones que mantenemos, ya que por muy pocas que sean, son muy importantes para que podamos sobrevivir.
“La integración social elimina el estrés diario que todos experimentamos en nuestro día a día”. Cuenta Kathleen Harris, profesora de Sociología de la Universidad de Carolina del Norte. “Tener gente con quien hablar, compartir experiencias y contarle los pormenores de nuestro día a día es algo fundamental”.
Los expertos lo tienen claro: tengas la edad que tengas, busca apoyo. Cuantas más interacciones positivas tengas con otras personas, mucho mejor. Lo más importante es tener gente en la que puedas confiar, para los buenos y malos momentos.
Fuente(s): La Vanguardia / .